Se desarrolla a través del uso de una nave espacial o astronave, entendido como un vehículo diseñado para funcionar más allá de la atmósfera terrestre, en el espacio exterior, pudiendo ser robóticas o bien estar tripuladas. Dado el escaso desarrollo real de las naves espaciales, gran parte de las ideas y avances se encuentran todavía en el ámbito de la ciencia ficción, especialmente en la llamada ciencia ficción dura.
Para su ejecución se precisa también del cohete espacial entendido como una máquina que utilizando un motor de combustión produce la energía cinética necesaria para la expansión de los gases, que son lanzados a través de un tubo propulsor (llamada propulsión a reacción). Por extensión, el vehículo, generalmente espacial, que presenta motor de propulsión de este tipo es denominado cohete o misil. Normalmente, su objetivo es enviar artefactos (especialmente satélites artificiales y sondas espaciales) o naves espaciales y hombres al espacio (véase atmósfera). Un cohete está formado por una estructura, un motor de propulsión a reacción y una carga útil. La estructura sirve para proteger los tanques de combustible y oxidante y la carga útil. Se llama también cohete al motor de propulsión en sí mismo.
En la actualidad el transporte espacial se limita al envío de satélites de mediano y pequeño tamaño gracias a la Agencia Espacial Europea con su cohete Ariane 5, Rusia que desde la base de Baikonur asiste en la actualidad a la NASA para el envío de personas y materiales a la ISS, o China y Japón en menor medida. Desde el punto de vista privado aparece tan sólo Virgin Galactic con una apuesta clara por el turismo espacial, como paso previo a la aparición de nuevos gigantes empresariales en busca de alternativas privadas en el sector.
Fuente: Elaboración propia. Imágenes tomadas de diferentes medios.
Fuente: Elaboración propia. Imágenes tomadas de diferentes medios.